A estas alturas todo el mundo sabe quién es Christian Louboutin y a qué
se dedica. Sus diseños se hicieron famosos por el toque glamouroso de la
suela roja, para mí uno de los detalles más simples y a la vez más
espectaculares que hemos vivido en moda en los últimos 20 años.
A mí, como al 99% de la población femenina, me encantan (casi) todos
sus diseños. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vi un
zapato Louboutin, fue a Kate Moss en Vogue hace más o menos 8 o 9 años y
llevaba unos Pigalle 120mm negros que yo creo tiene repetidos, incluso
tripitidos. Yo era una moco por aquél entonces, me encantaba la moda
pero, una suela roja estaba a años luz de entrar en mi armario.
Poco a poco y, sobre todo gracias a las nuevas tecnologías, pude ir
recopilando más y más fotos, ver qué celebrities que los llevaban,
cuáles eran los nuevos modelos, nuevos colores, tejidos, etc. Todo esto
junto con aquélla imagen de Kate (quien, por cierto, no me gusta nada)
incrementaron mis ganas de tener unos.
Al principio no tenía ni idea de cuánto podían costar unos
Louboutins pero ya imaginaba que mucho. Mi error fue que en lugar de
imaginar mucho, imaginé muchísimo más y por eso, directamente ni me
planteaba tenerlos.
Cuando comencé a ver blogs, me llamó la atención Estefanía de “Con
dos tacones”, era la primera vez que veía a una blogger española
llevando suelas rojas. Hace poco escuché una entrevista suya y
efectivamente, ese título es bien merecido.
Por ella me enteré de que abrían boutique en Madrid, estaba un paso
más cerca, no de comprármelos pero sí de verlos y probarlos. Pero me
daba demasiada vergüenza ir a la tienda.
Cuando llegaba mi graduación se me metió entre ceja y ceja que yo me
graduaba con suelas rojas, concretamente quería unos Pigalle no sabía
si negro o nude, porque no tenía vestido todavía.
Una vez elegido el vestido quería los nude así que fui a la tienda
por primera vez. Mi gozo en un pozo, no había mi talla. Pasó mi
graduación pero no mi agonía. Me juré a mi misma que con 25 años tendría
mi primer par.
Tras ver que no podía conseguir los Pigalle y con la proximidad de
mi primer viaje a París me encapriché de Lady Lynch 120mm negro.
Flechazo y conseguirlos fue dicho y hecho, me los compré en la tienda de
Saint Honoré, previo intercambio de e-mails con uno de los
dependientes, muy amable por cierto. Fue un poco shock ver la cifra en
el datáfono, puesto que ni soy millonaria ni nada por el estilo, había
ahorrado mucho tiempo, pero pasó en seguida, con la ilusión que me
hacía, marqué el pin sin pensármelo dos veces. Puede parecer una
tontería pero, me hacía tantísima ilusión, que nada mas amanecer al día
siguiente, con pijama y todo, me dediqué a pasearme por toda la casa con
ellos puestos.
Tras estos han venido alguno que otro más, y por lo que veo, esto no
ha hecho nada más que comenzar. Es un vicio. Para mí y, por lo que
tengo entendido, no soy la única a la que le pasa, ahorrar para un par
de suelas rojas es como una experiencia diferente.
Otra sensación extraña es, cuando estrenas un par, miras la suela
impoluta y roja y sabes de sobra que nunca jamás volverá a estar así, da
un poco de pena lo rápido que se va el color.
No es lo mismo ir a Zara y comprar un par, que ir a pisar la moqueta
roja de la tienda. Y no es sólo por el precio, creo que, esas suelas
tienen una especie de poder especial que te atrapa y en cuanto pruebas
una, como las Pringles, ya no hay Stop.
También está el inconveniente de las listas de espera que, por
ejemplo para mi último par, he esperado más de un año y siguen sin
llegar, los conseguí en media talla menos. Pero estos todavía es como si
no estuvieran en mi casa. Hasta mi cumple, nada.
Añado que, desde mi experiencia, no son los zapatos más cómodos del
mundo ni muchísimo menos, también es cierto que los que yo elijo son
siempre taconazos y difíciles de llevar. Me gustan los retos al parecer.
Y hay que mentalizarse que, a veces, para presumir hay que sufrir, como
bien dice el refrán.
Evidentemente no es oro todo lo que reluce y hay muchísimos diseños
que no es que no me gusten, directamente me horrorizan. Toda la
colección de Daffodile al completo, y todos los que comparten el mismo
tipo de tacón y plataforma, están en el destierro. Es más, estoy
convencida que si esos modelos, en lugar de ser de Christian Louboutin
fueran de Bershka, nos parecerían de “Drag Queen” pero esto pasa con
casi todas las grandes marcas y es otro tema.
Es por este motivo que sus colecciones cada vez me gustan menos,
pero no me han dejado de gustar, si antes casi todas me parecían de 10,
ahora he bajado al 7.5- 8, dependiendo de la temporada, aunque he visto
el avance de otoño- invierno 2013 y tiene muy buena pinta, pero para ver
todo tendré que esperar.
Como cosa anecdótica y que no entiendo es que cómo es posible
encontrar muchos más modelos en Estados Unidos que en Europa, siendo una
casa francesa.
Mientras sigo aumentando mi “wish list” os enseño como siempre
recopilación de mis modelos favoritos, del avance y de los que no me los
pondría ni aunque me los regalaran.
Tostones “as always”, de nuevo, gracias.
Diferentes modelos de Pigalle, los reyes atemporales, sin duda
Un pequeño avance de la nueva colección y otro modelo que me encanta Lady Lynch
Una selección de los modelos que no me gustan
Y por último, recopilación de los que metería a mi armario ahora mismo
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