Un mes y algo después de publicar la primera parte
de mi viaje a París y, dos meses después del viaje en cuestión, escribo
hoy la segunda parte. Sí, ya era hora, lo sé, pero he tenido un mes
ajetreadillo. Así que empiezo ya con el día dos que me conozco y me lio.
Día 2
Empezamos el día subiendo a la Torre Eiffel, me encanta, ya había
estado, unas vistas espectaculares, una pena que no se pudiera subir
hasta arriba pero, totalmente lógico y normal porque hacía un frío que
me costaba respirar, horrible, mucho viento, digamos que el día no
acompañaba. Estuvimos viendo la exposición que había sobre diferentes
editoriales y carteles que habían reflejado la torre en los últimos
años. En la misma zona estaban las maquetas de las reformas que se están
llevando a cabo y no tenían mala pinta, ya veremos cuando las
terminen.
De la señora Torre, fuimos al Trocadero donde, todas las fuentes
estaban heladas, imaginaros el frío que hacía. Del aquí caminamos por
los Campos de Marte donde, nos desviamos y llegamos a Los Inválidos, qué
espectacular ¡no acaba nunca! por cierto, estaba en restauración y
había una línea bastante clara en la fachada que diferenciaba la ?parte
nueva? de la ?antigua?. No soy muy fan de las restauraciones que parecen
?liftings de señoras del barrio Salamanca? , no entiendo ese empeño por
rejuvenecer monumentos cuyo encanto reside en ver el paso de los años a
través de sus muros, pero bueno. En algún momento de este paseo
comimos pero ya no recuerdo donde, supongo que en Mc Donal´s como era
lo habitual.
Andando y andando llegamos a Notre Dame, había instaladas unas
gradas en frente de la puerta principal para sentarse y verla desde una
perspectiva más alta pero, a esa hora ya había empezado a nevar y no
había nadie sentado, como era de esperar. Una vez dentro y haciendo gala
de la fotógrafa que llevo dentro, que no sabe sacar ni dos fotos
seguidas sin que salgan movidas, me dispuse a disparar la réflex con tan
mala suerte que vino un ?vigilante? por llamarlo de alguna forma y,
con muy malas maneras, me hizo borrar todas las fotos que había
realizado y, nada de luego las borro, no no, ahí ipso facto, casi hace
que me coma la cámara, pero no soy muy dada a discutir así que hice lo
que me dijo y borré todo. Luego intenté sacar de nuevo las fotos
borradas (soy tauro), pero me tenía fichada no, fichadísima, no sé como
lo hacía pero cada vez que sacaba la cámara, ahí aparecía él para
recordarme que nanai nanai. Con lo que abandoné mi plan de re-sacar las
fotos borradas.
Ese día teníamos reserva en el Dans Le Noir, el mejor restaurante
que he visitado en mi vida, se ponen a prueba todos los sentidos menos
la vista, es increíble, lo recomiendo a todo el mundo, pero eran las
siete y media de la tarde, la reserva era a las 10 y el frío, la nieve y
la rodilla me recordaban que una retirada a tiempo es una victoria. El
problema es que no quería que nos quedáramos sin cenar ahí y tampoco
tenía el teléfono así que nos presentamos en el restaurante a eso de las
ocho. La chica muy amablemente nos dijo que el siguiente turno de cena
era a las ocho y media pero que no tenía sitio aunque, a lo mejor había
alguna baja de última hora y que esperáramos.
Para hacer tiempo, fuimos al centro Pompidou, que está justo al
lado y, de casualidad vimos que había una exposición de Dalí a la que
entramos esperando estar media hora y volver al restaurante a ver si
teníamos sitio. Nada más lejos de la realidad, entramos y Dalí nos
absorbió por completo, nos olvidamos del reloj, de la hora y de la cena,
para cuando nos quisimos dar cuenta, eran las diez de la noche. Qué
grande es Dalí, ya me gustaba, pero desde entonces, muchísimo más. Una
exposición muy dinámica, en la que el visitante podía introducirse de
lleno en la obra daliniana, todo muy bien explicado, vídeos muy
interesantes y divertidos, muy Dalí todo. Surrealismo en pleno sentido.
De la exposición, como anécdota comentaré que, aunque yo soy la
?fashion victim loca de Zara? de la pareja, una bloguera francesa se
acercó a mi queridísimo acompañante para sacarle unas fotos de street
style porque iba divino. En otra ocasión hubiera pensado (modo petarda
ON) ¿Y yo qué? ¡Si soy su personal shopper! Pero estaba tan cansada que,
no veía el momento de llegar a dormir.
De la exposición al hotel y a descansar, que aún nos quedaba el
último día de disfrute parisino y había que recargar las pilas. De
nuevo, pido perdón y doy gracias a la vez a los que leen semejantes
tostones, juro que intento que sean dinámicos, espero haberlo
conseguido.
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