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domingo, 12 de mayo de 2013

Christian Louboutin: Mi historia (Y la de muchas otras)


A estas alturas todo el mundo sabe quién es Christian Louboutin y a qué se dedica. Sus diseños se hicieron famosos por el toque glamouroso de la suela roja, para mí uno de los detalles más simples y a la vez más espectaculares que hemos vivido en moda en los últimos 20 años.

A mí, como al 99% de la población femenina, me encantan (casi) todos sus diseños. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vi un zapato Louboutin, fue a Kate Moss en Vogue hace más o menos 8 o 9 años y llevaba unos Pigalle 120mm negros que yo creo tiene repetidos, incluso tripitidos. Yo era una moco por aquél entonces, me encantaba la moda pero, una suela roja estaba a años luz de entrar en mi armario. 

Poco a poco y, sobre todo gracias a las nuevas tecnologías, pude ir recopilando más y más fotos, ver qué celebrities que los llevaban, cuáles eran los nuevos modelos, nuevos colores, tejidos, etc. Todo esto junto con aquélla imagen de Kate (quien, por cierto, no me gusta nada) incrementaron mis ganas de tener unos.

Al principio no tenía ni idea de cuánto podían costar unos Louboutins pero ya imaginaba que mucho. Mi error fue que en lugar de imaginar mucho, imaginé muchísimo más y por eso, directamente ni me planteaba tenerlos.

Cuando comencé a ver blogs, me llamó la atención Estefanía de “Con dos tacones”, era la primera vez que veía a una blogger española llevando suelas rojas. Hace poco escuché una entrevista suya y efectivamente, ese título es bien merecido. 

Por ella me enteré de que abrían boutique en Madrid, estaba un paso más cerca, no de comprármelos pero sí de verlos y probarlos. Pero me daba demasiada vergüenza ir a la tienda.

Cuando llegaba mi graduación se me metió entre ceja y ceja que yo me graduaba con suelas rojas, concretamente quería unos Pigalle no sabía si negro o nude, porque no tenía vestido todavía.
Una vez elegido el vestido quería los nude así que fui a la tienda por primera vez. Mi gozo en un pozo, no había mi talla. Pasó mi graduación pero no mi agonía. Me juré a mi misma que con 25 años tendría mi primer par.

Tras ver que no podía conseguir los Pigalle y con la proximidad de mi primer viaje a París me encapriché de Lady Lynch 120mm negro. Flechazo y conseguirlos fue dicho y hecho, me los compré en la tienda de Saint Honoré, previo intercambio de e-mails con uno de los dependientes, muy amable por cierto. Fue un poco shock ver la cifra en el datáfono, puesto que ni soy millonaria ni nada por el estilo, había ahorrado mucho tiempo, pero pasó en seguida, con la ilusión que me hacía, marqué el pin sin pensármelo dos veces. Puede parecer una tontería pero, me hacía tantísima ilusión, que nada mas amanecer al día siguiente, con pijama y todo, me dediqué a pasearme por toda la casa con ellos puestos.

Tras estos han venido alguno que otro más, y por lo que veo, esto no ha hecho nada más que comenzar. Es un vicio. Para mí y, por lo que tengo entendido, no soy la única a la que le pasa, ahorrar para un par de suelas rojas es como una experiencia diferente. 

Otra sensación extraña es, cuando estrenas un par, miras la suela impoluta y roja y sabes de sobra que nunca jamás volverá a estar así, da un poco de pena lo rápido que se va el color.

No es lo mismo ir a Zara y comprar un par, que ir a pisar la moqueta roja de la tienda. Y no es sólo por el precio, creo que, esas suelas tienen una especie de poder especial que te atrapa y en cuanto pruebas una, como las Pringles, ya no hay Stop.

También está el inconveniente de las listas de espera que, por ejemplo para mi último par, he esperado más de un año y siguen sin llegar, los conseguí en media talla menos. Pero estos todavía es como si no estuvieran en mi casa. Hasta mi cumple, nada.

Añado que, desde mi experiencia, no son los zapatos más cómodos del mundo ni muchísimo menos, también es cierto que los que yo elijo son siempre taconazos y difíciles de llevar. Me gustan los retos al parecer. Y hay que mentalizarse que, a veces, para presumir hay que sufrir, como bien dice el refrán.

Evidentemente no es oro todo lo que reluce y hay muchísimos diseños que no es que no me gusten, directamente me horrorizan. Toda la colección de Daffodile al completo, y todos los que comparten el mismo tipo de tacón y plataforma, están en el destierro. Es más, estoy convencida que si esos modelos, en lugar de ser de Christian Louboutin fueran de Bershka, nos parecerían de “Drag Queen” pero esto pasa con casi todas las grandes marcas y es otro tema.

Es por este motivo que sus colecciones cada vez me gustan menos, pero no me han dejado de gustar, si antes casi todas me parecían de 10, ahora he bajado al 7.5- 8, dependiendo de la temporada, aunque he visto el avance de otoño- invierno 2013 y tiene muy buena pinta, pero para ver todo tendré que esperar.

Como cosa anecdótica y que no entiendo es que cómo es posible encontrar muchos más modelos en Estados Unidos que en Europa, siendo una casa francesa.

Mientras sigo aumentando mi “wish list” os enseño como siempre recopilación de mis modelos favoritos, del avance y de los que no me los pondría ni aunque me los regalaran. 

Tostones “as always”, de nuevo, gracias.

Diferentes modelos de Pigalle, los reyes atemporales, sin duda


1 
Un pequeño avance de la nueva colección y otro modelo que me encanta Lady Lynch

2

Una selección de los modelos que no me gustan

3


Y por último, recopilación de los que metería a mi armario ahora mismo

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