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domingo, 12 de mayo de 2013

Libros: Haciendo marajadas, diciendo tonterias


Conocí a Mario Vaquerizo por ser "marido de Alaska" hace ya muchos años. Cuando me trasladé a vivir a la Gran Vía madrileña me lo encontraba de forma bastante habitual, y siempre pensaba ¿pero este? ¿ lleva tacones? ¿ pero no tenía mujer?, preguntas que probablemente nos hayamos hecho muchos sin conocerle, tampoco es que ahora lo conozca (por desgracia). 

Hace un año, más o menos, y de pura casualidad, una noche haciendo zapping descubrí su reality en Mtv, y me sorprendió para bien no, para MUY bien. Descubrí una mezcla muy grata de persona y personaje, divertido, interesante, despreocupado totalmente por el qué dirán, pero sobre todo, y bajo mi punto de vista, lo definiría como AUTÉNTICO, y sí, con mayúsculas, así que la etiqueta de "marido de" ha pasado al baúl de los recuerdos. 

Busqué los episodios que me había perdido en la web de Mtv, y vi todos, deseando que empezara la segunda parte cuanto antes, que por supuesto, también vi, ahora espero la tercera (Mtv, poneos las pilas). Hace poco, conseguí su libro "Haciendo marajadas, diciendo tonterías". Empecé a leérmelo sin esperar la octava maravilla del mundo, pero la verdad es que, si ya me tenía medio ganada, ahora me declaro fan total y absolutamente. Explica perfectamente el por qué de su personalidad, su desarrollo personal, y un poco su vida por encima, porque me imagino, que tendrá cientos de miles de anécdotas divertidísimas que no habrá contado. Además lo hace de una forma muy dinámica y entretenida, que se hace fácil de leer y que engancha, tanto es así, que me lo terminé en dos tardes.

Como conclusión diré, que es de los míos, que una cosa es que parezcamos tontísimos, y otra cosa es que lo seamos. Para terminar me dirijo a tí Mario, aunque dudo mucho que leas esto pero bueno, muchas gracias por ser como eres, por utilizar el formato de la auto- entrevista para que te conozcamos mejor, algún día yo me haré una, y gracias por destapar el pasado de Koons, del que no tenía ni idea y, siempre que iba al Guggenheim admiraba sus esculturas pensando, inocente de mí, que sólo hacía ese tipo de escultura, ¡JA!


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